21 de mayo de 2007

La mejor parte de mi.

Hace ocho años merodea por mi vida un coso flaco, alto y peludo. Un coso con piel de angel, ojos de lagrimita, sonrisa pícara y aunténtica, llena de dientes grandotes y blancos, pecas invisibles en la nariz, cachetes de buñuelo.

Hace nueve años no eras más que un proyecto para algún momento no definido de mi vida, los 18 años no son una edad en la que uno planee tener un hijo, de hecho, a esa edad no se tiene la noción (bueno… hoy tampoco la tengo del todo, cada día que pasa aprendo algo nuevo) de lo que implica crear vida.
Empezaste a hacerme notar tu presencia una mañana de noviembre, tocando vaya uno a saber qué cosa dentro mío, y lisa y llanamente caí redonda víctima de un desmayo. Cuanta cosa pudiste hacer para que no me quedara ni una duda chiquitita de que estabas dentro mio la hiciste. Panza redonda que crecía todo el tiempo, una mañana me pateaste… y el universo dejó de existir. Eramos solamente vos en mi panza y yo. Tu hipo haciendo saltar mi ombligo. Tu cabeza haciendo un globo en el globo de mi barrigota.
Estrías… rayitas que me recuerdan que te hiciste de mi carne, de mi sangre, de mi ser, que creciste de y en mí. Tu corazón latiendo atolondradamente era sólo un circulito negro en la pantalla de un monitor que me dejaba entrever que realmente estabas ahí.
Tus manitos tocandome por dentro… hoy me toca por dentro toda tu pequeña persona.
El viernes 2 de un Julio frío y nublado le puso fin a nuestro concubinato, un minúsculo llanto de gruñido de gato me avisó que estábamos separados, pero infinitamente unidos.
Mi tendencia a olvidarme de los detalles hace que se me hayan escapado fechas, horas, colores, palabras, formas… pero en lo que me quede de vida no voy a poder olvidarme de tu primer mirada hijo… ojitos recién estrenados parpadeando confusos ante la nueva realidad…
La paz de tu sueño en mis brazos, la calma de tu llanto cuando te mecía, tan indefensamente chiquito, tan dulcemente poderoso.
Mi sueño tomó forma de vos, dejé de imaginarte sin cara y elegí llamarte Francisco.
Creciste Fran… todo el tiempo estás creciendo. Estamos creciendo juntos. Tu primer “mamá” me dejó totalmente fuera de combate… ¡a mi! ¿¿Cómo puede ser, con lo “dura” que soy?? Porque me podés de punta a punta… me pueden esos ojazos, ventanitas a tu alma que dejan ver (antes que lo digas) todo lo que te pasa por la mente y el corazón... Me puede esa trompa roja, mirada suplicante y manos rogando para obtener lo que querés a la voz de “po favó, po favó”… Me puede tu lengua de trapo, cuando aún hoy grita desde el baño pidiendo papel “henégico”, o cuando “eras chiquito” -como vos decís- y clamabas por “fideditos con queso” o “yaretitas dellenas”, y festejabas tus propios eructos con un “¡abóche!”.
Creciste Fran. Entre sonrojos y vergüenzas me contás de tus amores de recreo, y que cuando seas grande querés ser mago, o policía, o “doctor de la cabeza del lado de adentro” (tu definición de Psicólogo), como quiero ser yo. Te dan asco las Barbies y las princesas de Disney, y te burlás del dinosaurio Barney a la par mía (o yo a la tuya…) y miramos juntos a “Los Simpsons”.
Naciste sin prospecto Fran. Ni un mísero manual de instrucciones. Ni un papelito escrito a mano con alguna indicación. Nada. ¿¿Cómo se apaga esta cosa?? Aun no encuentro la manera de apagarte cuando hablás y hablás y hablás y hablás. Viniste “desconfigurado” de fábrica, se olvidaron de ponerte el botón del “si mami” y en cambio te pusieron todos de “no, después, esperá que… ¿por qué? ¡Ufa!”. Se me fue la mano con la energía, Dios, no parás un minuto. Ni uno solo. No, dormido tampoco…
Sería muy conveniente tener ese manual a mano, al menos para darle una ojeada… así sabría cómo enseñarte sin presionarte, cómo cuidarte sin sobreprotegerte, cómo darte libertad sin exagerar, cómo darme cuenta para qué cosas estás grande y para cuales no, cómo entender que llores porque atropellan un perro “de mentira” en una película, cómo saber hasta donde debo dejar que te lastimes y donde pararte… Tal vez en algún capítulo exista una explicación sobre cómo proceder cuando estoy muy cansada para charlar con vos antes de dormir, cómo contener las lágrimas cuando no tenés que verme llorar, cómo decirte que tuve un mal día y que no es con vos la cosa, pero que la ligás “de rebote” aunque no quiera, cómo apartarte de mí sin lastimarte cuando no estoy para mimos…
Me da pavor tener la certeza de que me voy a equivocar miles de veces en este camino de formarte.
Rezongo y me quejo… pero en el fondo estoy orgullosa de que seas “cabeza dura” como yo, que no te dejes vencer y convencer fácilmente, que la pelees para conseguir lo que querés, que te hayas dado cuenta tan tempranamente de que con una sonrisa lográs más que con escenitas caprichosas.
Estoy orgullosa de que tengas mis gestos, mis contestaciones, mis “salidas”, que seas tan extrovertido y sociable, que tengas tan buenos sentimientos, que seas tan inteligente y desfachatado. Me mata tu lógica implacable y tu inocencia a prueba de realidad, tu dulzura infinita, tu capacidad de pedir perdón cuando te equivocás, tu consideración de preguntarme cada noche cómo me fue en el trabajo…
Me derriten tus masajes (porque sos mi “masajisto” personal), tus canciones en tu propio inglés, tus palabras difíciles que nunca sé de donde sacás, y las usás donde y cuando corresponden.
Creciste Fran. Y yo me vuelvo una nena cuando me hacés preguntas que me descarrilan. Y cuando tengo que decirte cosas que no quiero, y cuando tengo que decirte mentiritas para que no te duelan las verdades. Y cuando no sé qué contestarte. Y cuando no puedo disimular alguna tristeza y me abrazás y se te quiebra la voz consolándome. Y cuando me contás cuentitos de animales varios que se tiran pedos y están llenos de asquerosidades con pus y mocos. Y cuando lloramos de risa viendo “Alf”.
Creciste hijo, y seguís y seguís… y cuando mas o menos estoy encontrando un nuevo modo de manejarnos y aprendernos, pegás otro estirón… y me fusilás con un “¡ay, mamá! ¡Yo no miro / como / uso / tomo / mas eso! ¡Eso es para
nenes chiquitos!”
Y el prospecto no aparece…
Tengo una manera muy personal de quererte Fran. Por alguna parte circula una frase que dice “Que alguien no te ame como vos quisieras, no significa que no te ame con todo su ser”. A mi se me perdió en alguna parte del camino el librito que me enseñaba cómo quererte, y aunque me acuerdo de algunas cosas, otras se me escapan, como el hecho de que aunque lo sepas, necesitás que te diga muchas veces cuánto te amo, o cuánto te necesito, o lo importante que sos para mi… me olvido de que a pesar de que no parás de crecer, aun no llegaste a esa edad en la que uno se da cuenta de que no sólo con besos se demuestra amor, y me olvido…
Y estoy segura de que nos va a pasar muchas veces.
Vos vas a necesitar mi afecto en besos y yo voy a estar muy ocupada dándotelo en cocinarte comida que te guste y te nutra. Yo voy a necesitar de tu consideración en silencio y vos vas a estar ocupado en dármela preguntándome qué me pasa…
Son cosas que pasan cuando uno pierde las cosas.
Nunca te olvides Fran, de que sos mi cable a Tierra. Sos quien me hizo bajar a la realidad. Sos quien me hace valorar cosas que a veces se me pasan por alto. Sos la razón del sacrificio actual y del que está por venir, y sé que algún día lo vas a entender.
Creciste, y te veo tan maravillosamente chiquito, tan puro, tan real… que al final, capaz, finalmente, por ahí, después de todo, tal vez, en una de esas, el manual no era taaaan necesario… ¿no?

3 comentarios:

Estar latiendo dijo...

Casi lloro..., seguramente sos uan excelente madre... Ma mató, e irremediablemente me hizo pensar en mi sobrino y mi hermana...
Fuerza, felicidades y te felicito porque tu hijo debe estar tan orgulloso, como vos de él...
un abrazo

Taio dijo...

Estar: no se qué clase de madre soy, pero hago lo que puedo... ya llegarán las cuentas del analista (ja!). Me alegra que te haya gustado, espero verte de nuevo por acá, MUY BUENO tu blog! (Con tu permiso, lo puse en la lista de "Visitables").
Abrazo grandote!
Naty

Graciela L Arguello dijo...

Taio, siempre releo esta parte de tu blog, ya te dije por ahí, en alguna charla, que tu hijo te hace mostrar tu costado más dulce, y estoy segura de que no necesitás manual. Tan enorme amor nunca produce daño. Sólo su falta lastima.
Beso a vos, a tu hijo y a la Tota